Equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan ha esbozado un enfoque para combatir un problema de salud pública prevalente: el desarrollo de infecciones resistentes al tratamiento, en particular infecciones por estafilococos y MRSA. ¿La solución? Una vacuna, que se describe en un artículo reciente publicado en Nature Communications.
Las infecciones resistentes a los antibióticos, o infecciones que no responden al tratamiento adecuado, son un problema de salud pública desde hace algún tiempo. Sin embargo, muchos han comenzado a dar la alarma sobre las infecciones resistentes a los antibióticos como un problema de salud pública mucho más preocupante, y algunas estimaciones sugieren que podrían pasar sólo décadas antes de que muchas de las opciones de tratamiento de las que hemos llegado a depender ya no existan y de otro modo no serían tratables. Esto es especialmente cierto en el caso del estafilococo aureus resistente a la meticilina (MRSA), que se encuentran entre las causas más comunes de infecciones. Esa urgencia ha llevado a los investigadores a buscar nuevas opciones para combatir la resistencia a los antimicrobianos.
Investigadores de la Universidad Estatal de Michigan han recurrido a la tecnología de vacunas como una posible solución para combatir las infecciones resistentes a los antibióticos. Específicamente, la vacuna es una vacuna a base de carbohidratos que podría ofrecer a las personas inmunidad frente a este tipo de infecciones en primer lugar, reduciendo la necesidad de tratamiento con antibióticos. Si bien la mayoría de las vacunas están diseñadas para atacar antígenos específicos asociados con un virus o una bacteria, los investigadores adoptaron un enfoque diferente al desarrollar vacunas que apuntan a los carbohidratos como antígeno "objetivo".
El desafío es que estos carbohidratos, o azúcares, están estructurados de una manera única para diferentes tipos de bacterias, lo que dificulta el diseño de vacunas que puedan cubrir múltiples objetivos. Sin embargo, este tipo de vacunas ampliaría el tipo de cobertura disponible. Los investigadores se centraron específicamente en el polisacárido poli-β-(1-6)-N-acetilglucosamina, o PNAG, que se encuentra en las bacterias estafilococos, así como en varios otros tipos de bacterias, lo que la convierte en un objetivo prometedor para desarrollar vacunas sólidas que puedan cubrir múltiples bacterias.
Tomado de: Science Daily
Fuente: Nature Communications
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